Movimiento maker ante la situación de COVID19

Si hay una lección que nos ha dado el movimiento maker, es que debemos aprender de la crisis creada por el COVID19 para estar mejor preparados para afrontar la próxima.

El movimiento maker ante la situación de emergencia.

Durante las primeras fases de la pandemia España, como la mayor parte de los países occidentales, se encontró sin capaz de maniobra para poder dotarse de recursos sanitarios básicos después de décadas de globalización de las cadenas de suministro y de capacidades de producción.

Ante esa situación de emergencia surgieron espontáneamente iniciativas como el forum A.I.RE, donde cientos de personas comenzaron a compartir información sobre la creación de respiradores y ventiladores abiertos, que pronto derivó en una comunidad abierta orientada a diseñar cualquier tipo de dispositivo médico. Este colectivo, también conocido como coronavirusmakers, pronto alcanzó la cifra de más de 15.000 participantes en todo el mundo. En sus canales se intercambiaron incesantemente conocimiento, ideas, preguntas, contactos y recursos y se coordinaron diversos equipos con el propósito de producir mascarillas, gafas de protecciónpiezas en «T» para poder conectar varios pacientes a un mismo respirador o, el proyecto más ambicioso de todos, el desarrollo de un respirador.

La creación de la pantalla protectora

La producción estrella de la crisis del coronavirus en España acabó siendo la pantalla protectora. Este ya es de por sí un dato indicativo de la capacidad emprendedora, innovadora y de adaptación que tiene la comunidad maker porque las pantallas no figuraban en las primeras quinielas de equipamiento a suministrar a los sanitarios. Pero, sobre la marcha, se comprobó que eran equipos útiles y que su fabricación era viable. Se utilizó la capacidad distribuida de la red para diseñar, probar y obtener retroalimentación de los usuarios sobre decenas de prototipos distintos en unos pocos días.

Cuando alguno de los diseños funcionaba, cualquiera podía descargarla desde una plataforma web y convertirse en parte de una enorme fábrica que cuenta con células de producción en todos los barrios de España. Desde sus casas miles de makers fundían filamento de plástico sin parar utilizando sus impresoras 3D personales o cortando metacrilato. Muchas empresas, asociaciones y particulares se sumaron donando materiales. Se  formaron equipos organizados por territorios con la misión de gestionar la logística de aprovisionamiento y, muy especialmente, de distribución de los equipos a las autoridades sanitarias y a otros usuarios.

Capacidad  de adaptación del movimiento maker para aportar al contexto actual.

El movimiento maker demostró durante la pandemia su capacidad de contribuir a crear alternativas donde no las hay, a construir un tejido productivo con más capacidad de adaptación al contexto y, por tanto, a generar resiliencia o, en los términos acuñados por el ensayista Nassim Nicholas Taleb, opcionalidad y anti fragilidad.

Cultivar el movimiento maker es una inversión asumible y, además, es una inversión rentable. Es asumible porque no requiere del empleo de grandes sumas de dinero. Hasta el momento quien más ha invertido en este movimiento han sido los propios makers que, durante años, han puesto su trabajo, energía, talento y dinero para crear las capacidades que han hecho posible que esa respuesta espontánea a la situación de emergencia sanitaria fuese posible. Algunas universidades privadas y públicas, asociaciones culturales y empresas a través de sus políticas de responsabilidad social corporativa también han contribuido al desarrollo de esta comunidad. Un pequeño apoyo adicional privado y público multiplicaría las capacidades de este movimiento en varios órdenes de magnitud.

El potencial de invertir en personas.

Somos, por otro lado, un país con una de las tasas más altas de abandono escolar y desempleo juvenil de nuestro entorno. Existe un amplio consenso en que tenemos grandes retos por delante a nivel de reindustrialización, innovación, digitalización y emprendimiento. Retos que son inevitables e impostergables para la reconstrucción y transformación de la economía del país. El movimiento maker es una bala de plata que, basado en el desarrollo de talento, tiene potencial de impacto en todos y cada uno de los retos anteriores. Invertir en personas es una inversión rentable.

La próxima crisis no tiene porqué ser como ésta, que ha respetado nuestras cadenas de producción y distribución de alimentos, nuestras infraestructuras de logística, de energía, transporte y comunicaciones, pero que podrían colapsar en otro tipo de escenario.

No sabemos quién o qué será el próximo enemigo ni cómo ni cuándo ni donde nos golpeará. Tirando de esta analogía bélica, Suiza tiene fama de ser uno de los países más inexpugnables del mundo porque en cada casa alguien ha recibido adiestramiento militar y dispone de armamento militar. ¿Qué tal si armamos nuestros barrios y hogares con conocimiento y herramientas con las que seamos capaces de hacer (casi) cualquier cosa?.

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